La nueva edición de El Rey León en 3D, me ha recordado todas las películas de animación que se hacen ahora con las últimas tecnologías. El cine digital se caracteriza por la alta resolución de las imágenes. Sin embargo el cine celuloide contiene más resolución e información en el fotograma que el cine digital, sobre todo el matizado del color es más natural y puro y la resolución mayor. Ahí ya estamos encontrando un aspecto negativo en la utilización de ordenadores para realizar las películas.
Me ha sorprendido descubrir que en mi película favorita de animación, 'La Bella y la Bestia', el cine digital hizo sus primeros pinitos. Se utilizó en el baile entre Bella y Bestia, para crear un diseño y ambiente que diera la sensación de que la cámara se movía en todas las direcciones. Desde entonces, la tecnología se ha metido de lleno en la realización de películas animadas y finalizando casi por completo con la animación tradicional.
'Toy Story' fue la primera película realizada totalmente por ordenador, en 1995. La produjo Disney y la realizó la compañía especializada Pixar, dando vía libre a todo un mundo de posibilidades creativas. El film resultó un gran éxito comercial, siendo hoy todo un clásico de la animación. Podría decirse que la película pertenece a mi época, y he sido uno de los tantos jóvenes que estuvo esperando con gran expectación la tercera entrega de la saga, la cuál me pareció una obra de arte, con grandes tintes éticos hacia el tratamiento que hacen algunos niños a sus juguetes, abogando por una infancia sana. A partir de ahí han sido infinitas las películas de animación que han usado el cine digital para su realización: 'Bichos', 'Shrek', 'Antz', 'Monstruos S.A'., 'Buscando a Nemo'...
Adoro 'Toy Story', y me encanta 'Monstruos S.A.', sin embargo creo que tanta tecnología ha hecho que las películas pierdan toda su esencia. Los niños de ahora se quedan con lo superficial, con los efectos audiovisuales que tan espectaculares resultan. Sus argumentos no cuentan con la sencillez de antes, parece no importarles lo que la película transmita, sino sólo su puesta en escena. Las paradojas se han perdido, las fábulas ya no existen. Parece que disponer de tan sofisticadas tecnologías implique la aparición en pantalla de tantos monstruos y alienígenas; los humanos ya apenas son protagonistas.
¿Donde quedó la magia de 'Aladdín', el sentimentalismo de 'Bambie', la elegancia de 'Cenicienta' o la gran exaltación de la familia y la amistad de 'El Rey León'?
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